Relaciones a distancia, ¿es posible?
Hace poco una amiga me preguntó cómo era tener una relación a distancia, y si en verdad era tan feo o tonto como normalmente se piensa. Si bien una relación a distancia es más difícil solo por ser a distancia, no por ello debe ser complicada o falsa. Ya saben: amor de lejos, amor de pen...
Primero aclaremos qué es una relación a distancia. Este tipo de relaciones tienden a ser entre novios que viven a kilómetros del otro. No se considera relación a distancia vivir en la misma alcaldía, ciudad y quizás estado (algunos estados son inmensos y si viven de punta a punta entonces si sería a distancia). Total, que a distancia es cuando no es posible quitar la distancia física a diario y terminan viéndose cada cierto tiempo.
Empecemos bien, desde el inicio. En el 2014 conocí a mi actual novio en una reunión. Por cosas de la vida, resultó que ambos queríamos conocer al otro. Ambos creíamos que el otro era guapo y, bueno, él ya había leído mi blog. Se día hablamos muchísimo y sobre muchas cosas. Pasamos gran parte de ese evento hablando únicamente entre nosotros. Me pidió mi Facebook (chico moderno) y dejamos la conversación pendiente para después. Ese día no nos despedimos.
Un par de días más tarde, terminé el libro que estaba leyendo. Cómo era su favorito, le mande un mensaje para platicar del libro con él. A partir de ese momento hasta ahora, hemos hablado a diario todo el día. Entre más nos conocíamos más seguros estábamos en que el otro cumplía con nuestro perfil de personal ideal.
Cinco meses después decidimos empezar una relación a distancia. Vivíamos a 1400km del otro. No era posible vernos tan seguido, en especial porque yo tenía 17 años y mi papá no nos dejaba vernos.
Al inicio fue difícil principalmente por esa razón. No sólo éramos muy jóvenes y estábamos experimentando a distancia la primera etapa de un noviazgo donde todo es intenso y dramático; sino también teníamos que lidiar con que mi papá me quitara el celular, el internet y el transporte (más tarde) para asegurarse de que no lo viera o saliera con él.
Cómo no podía hacer nada desde mi posición, como pareja nos empezamos a frustrar. Apenas íbamos a iniciar la universidad y todavía nos faltaba un buen rato para poder independizarnos para vernos sin requerir dinero, permisos o alguna otra cosa de nuestros padres.
En esos primeros meses hablábamos cada semana a escondidas por videollamada. Así no habría problema. Unos días antes de nuestro primer aniversario, mi novio pudo venir a mi ciudad. Ese día pudimos ser novios normales, de los que salen a comer y conocen a los amigos del otro. Eso hicimos. Sin embargo, no fue suficiente. Sólo nos habíamos visto una vez, ¿cómo podíamos llamar a eso una relación?
A partir de ese día en adelante, empezamos a pelear todos los días durante cuatro meses más. Nos echábamos cosas en cara por el poco esfuerzo que hacía el otro por la relación. De creer que juntos podíamos lograrlo todo y que por alguna razón nos habíamos conocido, pasamos a convertimos en una relación tóxica.
No estábamos funcionando. Cortamos. Para no hacer larguísima la historia, les diré que el siguiente mes no nos hablamos para nada. En ese tiempo salimos con otras personas e intentamos empezar una relación con alguien más. Esta vez no habría distancia ni problemas, seguro sería más sencillo. Tampoco nos funcionó, si había algo diferente en nosotros y en nuestra relación que ahora hacía que los demás intentos parecieran bobos.
Curiosamente, al siguiente mes, a un año exacto de habernos conocido, volvimos a hablar. Estábamos más tranquilos y pudimos hablar de absolutamente todo. Volvimos al pasado y ordenamos las cosas que no pudimos aclarar a gritos y malas palabras. Decidimos hablar y explicarle al otro cómo nos sentimos en ese momento y cómo nos sentíamos ahora. Cómo las heridas eran muy recientes, empezamos a hablar de nuevo, pero ahora más mayor calma. Primero quisimos recuperarnos como amigos para luego ser mejores amigos otra vez. Si funcionaba, quizás retomaríamos el noviazgo, pero eso era algo que decidiríamos en el camino.
La distancia nos enseñó que lo más difícil de una relación así no es el vernos poco per se, sino el no hacer actividades cotidianas juntos donde puedas involucrar al otro en tu vida diaria. Compartir chistes, anécdotas, salir con amigos, y sobre todo, poder hablar las cosas en persona.
El mayor error de nuestro primer año fue ese, guardarnos cosas en lugar de hablarlas y cuando hablábamos solo comentar los problemas por mensajes de texto. Así no sabes cuál es la verdadera emoción del otro.
Apenas notamos eso, hicimos un pacto. Hablarlo todo, tener una mejor comunicación y discutir los temas serios escuchando y viendo al otro. A partir del segundo año en adelante no volvimos a tener problemas ni hemos considerado tronar. La comunicación se volvió un factor clave entre nosotros y eso nos ayudó a tener mayor confianza y seguridad en la relación. Por supuesto, ya que mi papá siguió siendo un factor problema para nosotros, él estuvo viniendo cada cierto tiempo a visitarme. El saber que periódicamente podíamos quitar la distancia por un rato, también nos brindó seguridad.
Los pros de una relación a distancia son la comunicación, los pocos momentos juntos (son pocos, pero de calidad) y el que no estás con una persona por cómo se ve, por los regalos de aniversario o quiénes son sus amigos. No hay nada de físico o material en una relación así. Lo importante es el cómo es la persona y qué puede aportarte como compañero de vida. Es cursi pero cierto.
Los obstáculos sólo nos hicieron más fuertes y nos ayudaron a darnos cuenta de que realmente queríamos esta relación y que lucharíamos por mantenerla sana y sincera. Quizás no tengas citas cada fin de semana ni salgamos con amigos en un día sin planes o hagamos tarea juntos; pero cada momento en que nos vemos es especial porque le dedicamos todo el día a esa persona. Esos momentos se vuelven más preciados por ser pocos y decides hacerlos lo mejores días de todos justo por esa razón.
Ahora, viendo a aquellos chicos de 17 y 18 años a la distancia, me hace feliz saber que logramos permanecer juntos a pesar de los obstáculos y los kilómetros que nos separaban. Ya que por fin terminamos la universidad y tenemos un trabajo, podemos empezar a planear a corto plazo el vivir juntos y ponerle fin de una vez por todas a la distancia.
Como alguna vez dijo la mamá de mi novio (o el buen Doménico Modugno): "La distancia es como el viento, apaga el fuego pequeño pero enciende aquellos grandes"