Entrevista con: Raquel Castro

¡Hola, Raquel! Antes de empezar con las preguntas, quiero agradecerte por aceptar esta entrevista para conocer un poco más sobre ti, tu trabajo y de Raquel Castro como lectora. Es todo un placer tenerte en GeekMarloz, esperamos te sientas cómoda en este espacio. 

  1. Para empezar con la entrevista, cuéntanos, ¿por qué decidiste ser escritora? Estudiaste periodismo que involucra escribir; pero concretamente ficción, ¿en qué momento decidiste que era a lo que querías dedicarte?

De hecho, estudié periodismo precisamente porque quería escribir: revisé planes de estudio y pensé que la única carrera donde se vivía de escribir era esa, porque medio me quedó claro que la carrera de Letras era otra cosa (y mi familia no la veía con buenos ojos). Mirando hacia atrás mi decisión creo que fue buena por puro churro: a media carrera descubrí dos cosas, que odiaba todo lo que se relaciona con ser reportero y que el guionismo era padrísimo. Y bueno, todo este afán de buscar una carrera que tuviera que ver con la escritura fue porque, desde que me acuerdo, me gustó lo de contar historias. Antes de aprender a escribir las contaba y las actuaba (oso mil) y ya que aprendí a escribir, empecé con los cuentos. La cosa es que yo lo veía como un placer, no como una forma de vida o un oficio. Escribía porque se me ocurrían las historias y me divertía tanto con ellas que necesitaba compartirlas.

Fue hasta 2010, creo, que pensé que las historias que contaba podían ser más que ocurrencias para entretener a la gente a mi alrededor y que podía convertirse en mi actividad principal. Quizá suene un poco chafa, pero fue la combinación de varias cosas: mi trabajo de oficina se estaba poniendo cada vez más árido y estresante, mientras que la crisis de los treinta y algo me pegaba durísimo. Me sentía perdida, a la deriva. Y entonces encontré un libro de autoayuda, tal cual. Se llama Cabronas al borde de un ataque de nervios. Lo empecé a leer con mucho escepticismo pero al poco rato sentía que el libro me estaba describiendo a mí. Decidí tomarlo en serio, aunque fuera nomás un ratito, y a la hora de resolver algunos de los ejercicios que traía, me di cuenta de que realmente deseaba darme una oportunidad de escribir en serio (no sin sentido del humor, que eso no podría: en serio de dedicarle tiempo, cuidado, interés; y de permitir que gente no-de-mi-familia me leyera). No sabía cómo me iba a ir, pero sabía que tenía que intentarlo. Así que tomé el proyecto que medio escribía a ratos desde 1997 y dije: no lo suelto hasta que lo termine. Se convirtió en Ojos llenos de sombra.

2. Sabemos que la primera novela que publicaste, Ojos llenos de sombra, ganó el premio Gran Angular 2012. ¿Cómo te sentiste al haber ganado un premio con tu primera novela?

Fue loquísimo. Como te decía, la novela la escribí para retarme, para demostrarme a mí misma que podía escribir algo no nomás por cotorrear. Cuando la terminé, la mandé al concurso sólo por sugerencia de mi esposo y como ritual de cierre: que otros la lean, me dijo él, para que sientas que realmente ya la terminaste (porque aunque la había terminado no lograba desprenderme de ella y seguía haciéndole cambios). En mi cronograma mental, la cosa era simple: yo la mandaba a concurso, no ganaba, la revisaba una última vez, le buscaba editorial por dos o tres años hasta que alguna se interesara. No lo pensaba con amargura ni pesimismo: me parecía realista y hasta optimista.

Y que gana. Primero no me lo podía creer. Luego fue el adrenalinazo, la euforia. Luego, con más calmita, pensé: vaya, pues a lo mejor sí es esto algo que podría hacer en serio. Pensé que si gente ajena a mi familia y mis amistades me había leído y le había gustado tanto como para darle el premio, tenía yo la obligación de sobreponerme a mis dudas y seguir escribiendo.

3. Aparte de Ojos llenos de sombra tienes otra novela, de la cual hablaremos más adelante y varios cuentos que son parte de diversas antologías. ¿Qué es lo que más disfrutas escribir, cuentos o novelas? Primero, cuando surge la idea para una historia, ¿ya sabes si será un cuento o novela?

De hecho, tengo otras tres novelas publicadas: esa de la que hablaremos más adelante y dos que están etiquetadas como “para niños”. Y sí, los cuentos. Y artículos para revistas varias. Lo que más disfruto es planear, no tanto escribir: antes de ponerme a escribir le dedico un rato largo (realmente largo) a pensar la historia, o por lo menos su armazón. Y esa es mi parte preferida. Si queda como cuento o como novela me da un poco igual, porque cada género tiene sus retos y sus complicaciones, pero también sus cosas disfrutables. Del cuento me gusta que puedo terminar el primer borrador en poco tiempo, pero la novela me da chance de meterme más en los personajes, profundizar en su forma de pensar y hablar.

Y bueno, casi siempre sé desde esta etapa si quiero escribir un cuento o una novela, pero no siempre pasa lo que quiero. Tengo un montón de textos que yo quería que fueran cuentos pero que, al releerlos, descubro que por su ritmo más bien son inicios de novela. Los tengo guardados en lo que decido si los empiezo de nuevo con otro tono u otro ritmo, para que sí sean cuentos, o si los sigo como van y se quedan como novela.

4. Si hay algo que te caracteriza mucho es tu estilo gótico y gusto por los zombies. ¿De dónde nace tu gusto por este género?

Desde que estaba en la prepa empecé a rolar con gente de la onda gótica y me sentí a gusto ahí: me gustó la música, la estética, los elementos que generan el sentimiento de pertenencia. Dicho en corto, yo fui una adolescente darketona, pues. Así que le tengo un cariño bien grande a esa manifestación cultural y la conozco de primera mano. Ya no me visto de negro cerrado y tiene años que sólo me maquillo en defensa propia, pero hay elementos de la tribu que se quedan con uno para siempre y así me pasa a mí con el gótico.

De los zombis, empezó como un chiste: yo (como buena darkiniña) era fan de los vampiros, pero odié a los de Crepúsculo. Así que dije “me voy a buscar un monstruo nuevo, ahora seré fan de los zombis”. Lo curioso es que mucha gente me lo tomó en serio y me empezaron a regalar pelis, libros, playeras… Y al ir revisando esos materiales descubrí que el zombi sí tiene sus cositas interesantes. Con todo, mi mío, lo mío, lo mío, es el horror sobrenatural en general: zombis, sí; pero también vampiros, fantasmas, hombres lobo, casas encantadas. Me gusta espantarme.

5. Hace un año publicaste Dark doll. Para quiénes no lo conocen, ¿nos hablarías un poco más de esta novela? Cuéntanos sobre Isabel.

Dark doll es la historia de una chavilla que tiene mucho miedo de que la lastimen. Como su familia viaja todo el tiempo, ella ha decidido cerrar su corazón y no hacer amistades porque sabe que tendrá que decirles adiós. Ella, Isabel, se visualiza a sí misma como una persona dura y sin lazos emocionales, pero es porque en realidad ha sufrido demasiadas despedidas. Y entonces, justo cuando cree que ya encontró la forma de sobrevivir en el mundo, le cambian las reglas del juego: los papás la dejan en casa de sus abuelos para que haga toda la prepa en un solo lugar y pueda hacer amistades, echar raíces. La historia es de cómo ella aprende a diferenciar un cariño real de uno ilusorio, de cómo descubre qué se vale y qué no en una amistad, un noviazgo, una relación familiar… Isa es como una especie de Mowgli, necesita aprender las reglas de la vida en sociedad, jiji. Y tiene la complicación añadida de que, como es dark, se tiene que enfrentar a que mucha gente la juzgue sólo por su apariencia.

6. ¿Cuáles son tus planes a futuro como escritora? ¿Consideras mantenerte escribiendo dentro de este género o te gustaría también explorar algún otro?

Te contaba hace ratito que tengo dos novelas para niños y niñas. Una de ellas, Lejos de casa, es sobre el temblor de 1985 y cómo tres chavillos, hermanos, tiene que lidiar con eso y con la vida lejos de sus padres, a manos de una tía medio loca. La otra, Exiliados, es sobre un niño y una niña que se vuelven amigos porque son los apestados del salón. Ninguna de esas es sobre zombis o góticos. Lo comento porque, como decía antes, lo que me gusta es contar historias. Y no le veo el caso a volver a contar una historia que ya escribí, así que prefiero lo de ir explorando otros escenarios y otras estrategias narrativas. Ahorita estoy trabajando tres cosas muy distintas entre sí: una historia con muchos elementos sobrenaturales y folclóricos de diferentes países; una sobre el estrés de enamorarte (secretamente) de tu mejor amigo); y un conjunto de cuentos. A ver cuál queda primero.

7. En cuanto a ti como lectora, ¿tus gustos como lectora tienen alguna relación con tus gustos como escritora? Es decir, ¿te gusta leer los mismos géneros que escribes?

La verdad es que, como lectora, no me fijo mucho en el género. Me importa más que las obras estén bien escritas y que me muevan algo por dentro. Me gusta mucho leer horror, pero también humor; disfruto mucho con los ensayos literarios (los académicos me dan flojerita) y me chiflan los libros sobre descubrimientos arqueológicos. Tengo mis poetas favoritos, amo algunos libros de Literatura Infantil y Juvenil, tengo mis ratos de clavarme en cosas de psicología y sociología… Lo que no tolero es cuando siento que el autor es impostado, mamón o que me quiere dar una moraleja. ¡O que me regañe! Esos autores me caen muy muy mal.

8. Tomando en cuenta que estamos celebrando las fiestas patrias entre lectores y nuestro fin es hablar de la literatura mexicana, ¿qué opinas sobre la literatura mexicana? ¿Algún libro mexicano que nos recomiendes? 

A mí me entristece mucho que haya una tendencia entre los jóvenes a darle la espalda a los autores mexicanos, un poco en la onda de “si me lo dejaron en la escuela es que es aburrido y guácala”. Yo creo que sí hay algo muy pinche en que algunos maestros receten libros áridos y que los impongan desde el terrorismo de la calificación, pero también creo que pasado el trauma puede uno darse el chance de no generalizar y ver un poquito más allá. Creo que el siglo pasado dio escritores y escritoras súper interesantes y divertidos, y que en este siglo la tendencia no se ha frenado, al contrario. Que un puñado de gente diga que sólo es literatura lo mamón, impostado o moralino (retomando lo que decía arriba) no quiere decir que de veras eso sea lo único que hay en México.

Yo diría que desde Amparo Dávila y Juan José Arreola, pasando por Jorge Ibargüengoitia, José Agustín, José Emilio Pacheco, Verónica Murguía, Adriana Díaz Enciso, Andrés Acosta, Toño Malpica, Erika Mergruen, Martha Riva Palacio; y hasta llegar a autores muy jóvenes, como Pablo Mata Olay o Lourdes Walls Laguarda, hay montones de autores y autoras excelentes en nuestro país. Recomendar un solo libro se me hace muy difícil, pero creo que, haciendo trampa y no al mismo tiempo, recomiendo El libro de la imaginación, de Edmundo Valadés. Es trampa porque es una antología y trae textos breves de un montonal de autores, mexicanos y de otros lados; pero a la vez no es trampa porque Valadés era de aquí e incluyó muchos paisanos nuestros. Además, a pesar de que la primera edición es de 1970, sigue siendo súper actual.

9. Ya para terminar, ¿qué consejo les darías a los lectores que les gustaría empezar a escribir sus propias historias? ¿Algún tip?

Varios:

1. Primero que nada, si lo que quieren es escribir, ¡que lo hagan! No pongan pretextos, cierren el candycrush y abran el Word (o la libreta).

2. A la hora de escribir, concéntrense en lo que están escribiendo, sin pensar en las editoriales, los lectores, los críticos… Pensar en los obstáculos o las recompensas que encontrarán en el futuro puede causar mucha angustia y es un poco hacerse telarañas mentales porque… ya llegará el momento de preocuparse de eso cuando hayamos terminado el texto.

3. Una vez terminado el texto hay que dejarlo reposar un poco, lo necesario para desvincularnos emocionalmente y ser capaces de corregir con objetividad (ojo, no es buena idea corregir al mismo tiempo que se escribe, se corre el peligro de nunca terminar).

4. Es muy bueno tener alguien de confianza que lea lo que escribimos y nos dé su opinión sincera. Puede ser un amigo, un pariente, un profesor; podemos ir a un taller literario o armar uno con nuestros amigos. Pero eso sí: es muy importante no ofendernos si esa opinión no es del todo favorable.

5. Lean mucho. Leer a otros autores no contamina ni compromete nuestra creatividad; por el contrario, la alimenta y expande. Es buenísimo ver cómo otros autores resolvieron determinados retos o problemas. Da mucho qué pensar.

Muchas gracias por participar en este Especial Literario 2015 y por tu tiempo. Esperamos tenerte nuevamente por el blog muy pronto.

Anterior
Anterior

Pedro Páramo

Siguiente
Siguiente

Booktag: Comida mexicana