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Las lenguas de diamante


Las lenguas de diamante mantiene algunas características que se reiterarán durante casi 60 años en el discurso poético de Juana de Ibarbourou: extrañamiento frente a la muerte; concepto de venganza diferida: morirá, pero se enraizará en semillas, trepará por los tallos, será escándalo; erotismo trascendente que no se agota en la realidad objetiva; actidud sostenida sobre su origen; re-creación del mundo en sus metáforas, el yo lírico no devora imágenes, las crea: el amor en la hablante obra prodigios; integracion con la naturaleza, a veces de carácter panteísta, en otras oportunidades como paralelismo sicocósmico; reelaboración de una temática que la acucia frente al amor, la soledad, la muerte, la transitoriedad del tiempo... (Dra.Sylvia Puentes de Oyenard)


Como les había dicho hace ya unas reseñas atrás, quiero empezar a leer poesía. Por curiosidad, interés, cursilería, bipolaridad, y muchos otros motivos más. Decidí leer a Juana de Ibarbourou por su apellido, me hacía falta la "I" en mi reto de este año. Así que sin mayor información de la autora o de sus poemas, leí este libro con mucho interés en sus palabras.

Me ha gustado mucho, aunque considero sus poemas un poco raros. ¿Quién junta desamor, Dios, monjas, y sexo en un solo libro?  En verdad. Al principio nos encontramos con poemas sobre desamor y despecho por parte de la autora, un hombre que la ha abandonado y le ha roto el corazón. Después, a Dios y la maravilla de su creación, para más tarde decir que le gustaría ser María Magdalena y vivir todos sus amores. Y así nos seguimos el ya mencionado repertorio hasta llegar a monjas, lunas y sexo.  Repito que me parece una combinación extraña, incluso algo loca tal vez.

Aún así, les recomiendo lean este libro y le den una oportunidad a las palabras de Juana. Muy diferentes a lo que he leído hasta ahora. Si todavía no los convenzo, les dejo el poema que más me gustó, El dulce milagro

¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.

Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.

Mi amante besóme las manos, y en ellas,

¡oh gracia! brotaron rosas como estrellas.

Y voy por la senda voceando el encanto

y de dicha alterno sonrisa con llanto

y bajo el milagro de mi encantamiento

se aroman de rosas las alas del viento.

Y murmura al verme la gente que pasa:

«¿No veis que está loca? Tornadla a su casa.

¡Dice que en las manos le han nacido rosas

y las va agitando como mariposas!»

¡Ah, pobre la gente que nunca comprende

un milagro de éstos y que sólo entiende,

que no nacen rosas más que en los rosales

y que no hay más trigo que el de los trigales!

que requiere líneas y color y forma,

y que sólo admite realidad por norma.

Que cuando uno dice: «Voy con la dulzura»,

de inmediato buscan a la criatura.

Que me digan loca, que en celda me encierren,

que con siete llaves la puerta me cierren,

que junto a la puerta pongan un lebrel,

carcelero rudo, carcelero fiel.

Cantaré lo mismo: «Mis manos florecen.

Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen».

¡Y toda mi celda tendrá la fragancia

de un inmenso ramo de rosas de Francia!

Juana de Ibarbourou

Sobre la autora

Juana de Ibarbourou (Fernández Morales, de soltera), conocida popularmente como Juana de América, fue una poeta uruguaya.

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