El lenguaje de las flores
A los dieciocho años, tras una vida entrando y saliendo de numerosos hogares de acogida y pisos tutelados, Victoria Jones está obligada a emanciparse por ley. Se ha convertido en una joven introvertida y arisca, y sólo en su pasión por las flores se vislumbra un camino de salvación. Finalmente, tras encontrar trabajo en una floristería, se cruza con un joven a quien conoció diez años antes, durante la época en que vivió en casa de Elizabeth, una madre de acogida que le enseñó el lenguaje de las flores. El misterioso joven conoce un secreto que atormenta a Victoria, aunque sólo ella puede arreglar cuentas con el pasado. Así, Victoria, que es capaz de expresar los sentimientos de los clientes con hermosos ramos, deberá aprender a interpretar sus propias emociones, la única manera de deshacerse del enorme peso que arrastra desde niña y que le impide encontrar la felicidad.
El lenguaje de las flores es un libro que me engancho tanto que empecé y terminé de leer en un mismo día. Escrito en primera persona, conocemos la vida de Victoria, una chica que ha pasado toda su vida en casas hogares y con padres adoptivos, pero que por su actitud ante las muestras de cariño o de interés de otras y cambios de humor, nunca se quedó mucho tiempo en ninguno. Entre sus constantes cambios de hogar, conoce a su madre adoptiva Elizabeth, de quien aprende de flores y de su significado durante la época victoriana.
Lo que me pareció un tanto irreal o mágico, es la forma en que se va desarrollando la historia. Todo empieza cuando Victoria cumple los dieciochos años y se ve obligada a salir de la casa hogar y buscarse por su cuenta vivienda y sustento al ya ser mayor de edad. En cuestión de nada pasa de no tener en donde vivir a conseguir poner su propio negocio y volverse reconocida por ello. Desde ese momento, todo se va solucionando y los personajes con los que interactúa la protagonista siento que no la retan en ningún momento; no se cuestiona nada. No es que sea algo importante pero hace que la historia se mantenga en un mismo ritmo.
Más que la manera en la que se desarrolla la historia, considero que lo más importante es la transición en la vida de Victoria a partir que llega Elizabeth a su vida hasta el último momento del libro y como todo siempre tiene que ver con las flores. No será una historia llena de acción o que llegue a un punto climax, al menos así lo veo, pero me gusta el mensaje que lleva y de como se puede conseguir lo que se desea haciendo lo que nos gusta; ver como todo se va acomodando.
Desde que leí este libro he estado buscando mayor información sobre la floriografía y si existen libros al respecto. No he encontrado mucho pero hay algunas páginas en internet con información al respecto.
También desde que lo leí, pasó mucho tiempo fijándome en las flores y en los detalles en sus pétalos, sus hojas, sus colores y como cambian de acuerdo a la temporada. Antes no me fijaba en ello pero ahora me gustan y me parece algo mágico.
No es una historia que me haya marcado o que vaya a recordar perfectamente, pero aprendí que existe el lenguaje de las flores o floriografía, dedico parte de mi tiempo a fijarme en las flores y plantas de la ciudad y en las variaciones que hay con la flora de otros lugares. Creo que no siempre será la historia la que nos marque pero si algo que haya dentro de ella y en mi caso fue la curiosidad por las flores. Es un libro que recomiendo totalmente para chicos y grandes.
Vanessa Diffenbaugh
Sobre la autora
Estudió Pedagogía y Escritura Creativa. En Stanford conoció al que se convertiría en su marido, director de una escuela de transformación urbana: daban opciones a los niños de familias desestructuradas y pobres. En la actualidad es madre de dos hijos biológicos y ha sido madre de acogida de nueve niños, de los cuales dos se quedaron en su familia.. Vanessa volcó sus experiencias en la novela El lenguaje de las flores,donde relató la experiencia de una joven que crece bajo el sistema tutelar del Estado en diferentes casas de acogida. El libro se convirtió en un superventas y le permitió crear la Red de la Camelia, una red ciudadana para ayudar a estos jóvenes, que llegan a su mayoría de edad y deben emanciparse, siendo abandonados a su suerte.